época de lluvias. Poco a poco comienza a disiparse la bruma, sus aguas marrones- casi negras- se encuentran cubiertas por miles de flores acuáticas, que en idioma lingala tienen el nombre de Congo Yasika (nuevo Congo), en ocasiones las orillas se encuentran cubiertas de finísima arena blanca que forman largas playas, en otras, la espesa vegetación impide ver más allá de unos pocos metros, cientos de islotes, algunos cocodrilos que aguardan vigilantes y enormes árboles de cantidad de especies diferentes. De vez en cuando, pequeños poblados de pescadores. El silencio, solo roto por el zumbido de nuestros motores, avisa de nuestro paso varios km. antes de nuestra llegada. Al vernos algunos niños, intentan acercarse nadando a nuestra piragua, otros desde la orilla nos saludan entusiasmados. Mondele, (blanco) mondeleeee....... gritan al pasar. Realmente navegar por este inmenso río y contemplarlo en el mismo estado que lo vieron los grandes exploradores Livingstone, Stanley..... que lo recorrieron a golpe de remo, en la búsqueda de las fuentes del Nilo, es una experiencia imposible de olvidar. Describirlo acertadamente es mas propio de grandes escritores como, Conrad, Green ó Moravia quien al recorrerlo dijo: "Navegar por el río Congo es como una gran zambullida en la prehistoria". Así es, muy poco ha ha cambiado desde entonces, solo que ahora reciben los despojos de nuestro desmedido consumo y conocen la existencia de otro mundo inalcanzable para ellos. Otro mundo donde la mortalidad infantil, casi no existe (45% en Congo) donde la esperanza de vida es de 72 años, (42 años en Congo) donde la educación es obligatoria (85 % de analfabetos en Congo) y donde el principal problema en cualquiera de nuestros hogares es el decidir....... ¿Que comemos hoy? ..... La misma pregunta que cada día se hacen en África millones de personas pero en un sentido radicalmente distinto.
A las pocas horas de navegación, las imperiosas señas que nos hace un destacamento de militares nos obligan a acercarnos a la orilla. Fue el comienzo de una larga serie de peajes - mas bien "pillajes"- que estos animales de dos patas que pululan por la orilla del río someten a todo el que lo navega, razón de más, si en la piragua viaja un "mondele". En fin..... negociamos el salvoconducto, el jefe del grupo nos pide un papel y un bolígrafo y a duras penas, ya que casi no sabe escribir, el militar nos "garantiza" la seguridad de nuestras vidas en el tramo que controla su destacamento, apenas 100 km. río abajo, de ahí en adelante...... vuelta a empezar. Estos soldados restos del antiguo ejercito Mubutista, se han convertido en auténticos bandoleros insensibles a cualquier sentimiento, solo les motiva el dinero y matan con la misma tranquilidad que aplastan un mosquito. Ellos hacen cierta la famosa frase: "A los civiles se les puede militarizar pero a estos militares no se les puede civilizar".
Después de 16 largas horas de navegación (imaginaros en que estado se encontraban mis posaderas), llegamos a Lukolela . Poco después de cenar, quedo reparada la vieja emisora Atlas que disponía la misión y quedamos en efectuar algunas reparaciones en el quirófano y en la maternidad del hospital a mi regreso.
Yumbi.
De nuevo con las primeras luces del alba ya nos encontrábamos navegando, en esta jornada afortunadamente "solo" lo hicimos durante 12 horas. Cuando pasamos por Liranga situado en la orilla opuesta , a lo lejos se divisaba el campo de refugiados. Me contaron que durante el trágico éxodo de los refugiados hutus a través de la jungla perseguidos por los soldados banyabulenges (tutsis del Congo ), que; eran tantos los cadáveres que arrastraba el río, que en su idioma local -un dialecto del lingala -se acabaron los números y llegó un momento que no podían contar más. Nuestra dieta estaba compuesta básicamente por pescado y no podía evitar el pensar ..... ¿ De que se habían alimentado durante meses estos peces ? ......... ¡Por fin ! llegamos a Yumbi; ese lugar donde dicen que podía ser el paraíso terrenal, si no fuese por los mosquitos -algunos portadores de la malaria - que habitan por millares es en la orilla. Desde la misión construida en lo alto de una colina, hasta donde alcanza la vista se divisa un bellísimo paisaje, el sol comenzaba a ocultarse tras el mar de jungla, con un color imposible de describir, abajo en la orilla del río las madres bañaban a sus hijos mas pequeños, los niños pescaban con sus diminutas cañas, otros limpiaban el pescado, las jóvenes lavaban la ropa y cantaban, como.....